lunes, 5 de mayo de 2014

Capítulo 6

Al día siguiente me dieron el alta, por fin y mi madre vino a recogerme. Apenas nos dirigimos la palabra en todo el viaje hasta casa.
         -Mamá, ¿sigues enfadada? –pregunté para romper el hielo.
         -¿Tú qué crees?
         -Que sí. –respondí tímidamente.
         -Pues eso.
         -Y, ¿por qué?
         -¿Por qué? ¿De verdad te agradaría perder a tu hija? Nunca lo sabrás porque nunca tendrás una, porque no vas a salir de esta si decides adentrarte en el bosque. ¿Sabes lo duro que es perder una hija? –mi madre empezó a llorar- Antes de ti, tuve una hija, por desgracia unos ladrones la atracaron y la hirieron, cuando llegó al hospital ya se había muerto. Sólo tenía 20 años. ¡20 años! –sollozó.- Pero nunca lo entenderás, si no sabes apreciar el verdadero valor de la vida.
         -¿No lo entiendes? Es mi mejor amiga, he estado con ella desde que nací y no la quiero perder. De todas formas, moriremos por la invasión de los humanos, qué más da hacerlo un poco antes, si la muerte es nuestro destino.
         -¡No es nuestro destino! Es el destino de los humanos.
         -Nunca se sabe quién ganará.
         -No…no podemos morir. Los buenos no pueden morir…tienen que ser los malos. –mi madre estaba totalmente abatida.
         -Aquí no hay buenos ni malos. Es una guerra. Será mejor que estemos preparados. Pero yo no me voy a ver involucrada en la lucha. Voy a irme a buscar a Sabina y si muero adelantaré mi destino, pero moriré de todas formas, así que me da igual.
         -¿Es que no tienes miedo?
         -¿Miedo de qué?
         -Miedo de morir, de no volver a ver a tu familia, ni a tus amigos, ni a Sabina. Miedo de no poder volver a esquiar nunca más, miedo de dejar la vida y de que tu corazón no vuelva a latir.
         -Así no tendré más problemas. Todo eso desaparecerá y ya no volveré a sentir nada de tristeza ni preocupación. –llegamos por fin a casa y nada más entrar me fui directa a la habitación a prepararlo todo. Dejé una nota por si acaso que decía esto:
         “Me voy a rescatar a Sabina. Sé que puede que muera en el intento, pero no me rendiré. Sabina no merece esto.”
         Antes de acostarme, me percaté de que una estrella fugaz pasó velozmente, la vi por la ventana y deseé:
         -Ojalá Sabina siga viva, sólo espero que no sea demasiado tarde cuando haya llegado, si es que llego.

         Esa noche me escapé.