miércoles, 19 de marzo de 2014

Capítulo 3

Me desperté no sabía dónde… ¡ah! Ya sé, creo que era lo que los humanos llamaban hospital. Estaba un poco perdida por no decir completamente perdida. Alguien me susurró al oído:
         -Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿ya has descansado? –era mi madre.
         -Hola, mamá…pues no estoy muy bien que se diga pero sí que he descansado.
         -Me alegro, ¿qué te ha pasado?
         -Un accidente esquiando, iba distraída por unos problemillas y…
         -Ya te dije que esquiar era peligroso pero nunca me hacías caso, sabía que esto pasaría algún día, ¡lo sabía!
         -Pero mamá, si llevo esquiando toda la vida y nunca me ha pasado nada, si hoy ha ocurrido esto es por algo más…
         -¿Cómo que algo más? ¿Qué te pasa hija?
         -Pues que llevo un día de perros. –le conté la discusión con papá, la ruptura con Dereck –aunque eso no me importaba mucho- y la última conversación con Sabina, lo ir a la Tierra…
         -Pero, cielo, ¡ir a la Tierra es muy peligroso!
         -Y ¿por qué? No lo entiendo, nosotros provenimos de la Tierra, somos descendientes de los humanos, sin embargo no pudimos aguantar el calor que invadió la Tierra y nos mudamos a otro planeta. A partir de ahí evolucionamos y nos adaptamos al frío, pero aun así seguimos teniendo un parecido a los humanos.
         -Precisamente por la temperatura. Allí, las temperaturas son demasiado elevadas para nosotros y moriríamos al instante si viviésemos allí.
         -Hay regiones en los que la temperatura no sobrepasa los 0ºC.
         -Son muy pocas y allí no vive casi nadie, son poblaciones prácticamente deshabitadas y si allí te pasa algo, nadie va a saber de ti.
         -Mamá no me lo estás poniendo fácil, quiero cumplir mi sueño y lo voy a cumplir.
         -Pero aquí también hay clínicas veterinarias.
         -Nadie requiere de su uso, quedaría en bancarrota.
         -¿Y no puedes escoger otra carrera?
         -Mamá, esto es lo que quiero y si tengo que ir a la Tierra para ello, eso será lo que haré.
         -Bueno, ya discutiremos eso más tarde cuando llegue el momento, primero tienes que sacarte la carrera. Quiero contarte lo del trabajo de tu padre.
         -Espera, espera… ¿quieres?
         -Sí, creía que tú también querías saberlo. –sonrió.
         -Pues la verdad es que sí, cuenta.
         -Bueno, pues verás, seguramente sabrás que tenemos algunas costumbres muy parecidas incluso iguales a las de los humanos y eso es porque provenimos de ellos, como tú bien has dicho. Hubo una época en que todas esas costumbres se empezaron a perder poco a poco y nuestra vida era desorganizada y sin sentido. Por lo cual, decidimos empezar a copiar las costumbres de los humanos. Y para ello, un grupo de personas bastante reducido ha creado un taller para estudiar sus costumbres, tienen como unas cámaras que vigilan a los humanos y ven todo lo que hacen. Y tu padre es uno de ellos. Se puede decir que son investigadores.
         -¿Y por qué me lo ocultasteis durante tanto tiempo?
         -Porque era muy complicado de explicar y habrías empezado a hacer preguntas sin parar, me hubiera puesto de los nervios y te hubiera castigado, como ha hecho tu padre.
         -Pues las preguntas las voy a hacer sea pequeña o mayor así que ahí van. La primera: ¿Qué ganan de haciendo todo esto? Es decir, ¿de dónde se benefician ellos? ¿Con qué dinero?
         -Pues hasta hace unos años era para lo que te he dicho antes, para copiar de sus hábitos. El Ayuntamiento les paga porque hacen la vida de sus ciudadanos mucho más fácil. Pero se ha descubierto que gracias a las cámaras se puede hacer algo más…
         -¿Espiar?
         -Exacto. Espiar, tenerlos controlados, incluso podemos mandar allí espías para que influyan en sus vidas y las podamos controlar.
         -¿Por qué hacéis eso? ¿Por qué sois tan malos?
         -Nosotros no somos los malos. Ellos lo son. Ellos destruyeron su propio planeta, la Tierra ahora es un paraje deshabitado, desierto y sin futuro, apenas quedan humanos, apenas quedan vidas allí, y apenas quedan ciudades. Lo que antes se llamaba “El Planeta Azul” ahora se parece mucho a Marte. Ellos tienen la culpa de que nosotros nos tuviéramos que ir a otro planeta. Ellos no respetaron la naturaleza y ahora la naturaleza se venga. Así es la vida.
         -Pero, ¿no hay otra forma de solucionarlo?
         -Los humanos no nos escucharían, si supiesen que existimos nos matarían directamente.
         -¿Y si les decimos lo de nuestro parentesco?
         -Ya te he dicho que no nos escucharían, sólo se puede solucionar a la fuerza.
         -¿Y por qué no les dejamos en paz? Si nosotros estamos muy bien aquí, no nos hacen falta los humanos para nada.
         -No queremos que sigan destruyendo planetas. Queremos exterminarlos por fin para que nos dejen tranquilos y dejen en paz al Universo. Son una raza muy peligrosa. En cualquier momento vendrán aquí, nos invadirán, destruirán el único planeta donde nosotros estamos a salvo y harán de nuestra especie cenizas. Son muy orgullosos y ambiciosos, sólo quieren poder, conquistar territorios, destruir y ser ricos, sin darse cuenta de que haciendo eso se perjudican a ellos mismos.
         -¿Qué te hace pensar que nos quitarán el planeta ahora si no lo han hecho antes?
         -Estaban ocupados destruyéndose a sí mismos, pero ahora van a por todas. Tu padre está muy preocupado. Les ha observado fabricando armas y cohetes.
         -Bueno, yo no me voy a meter más en este tema que parece muy peligroso. Por otro lado, dijiste que allí no quedaban muchas vidas, ¿te refieres también a…vidas animales?
         -Afirmativo. Todo tipo de vida, incluyendo plantas, humanos y animales. Las ganas de poder de los humanos han hecho que ya apenas queden plantas y animales. Ya te dije que no tendrías posibilidades allí.
         -Pero seguro que aún puedo salvar a las pocas especies que quedan. ¡Sí! ¡Les salvaré! ¡Lo conseguiré!
         -Bueno, hija, creo que ya hemos hablado suficiente. Descansa un poco. Me parece que te está subiendo la fiebre–Me puso la mano en la frente para comprobar mi temperatura. –Sí, estás un poco caliente, anda, duérmete. -Y entonces me di cuenta de que estaba tumbada en una camilla, con la pierna sujeta y escayolada a la débil luz de una pequeña ventana. La habitación era individual lo que significaba que no tenía compañera de habitación, lo que me hizo entristecerme un poco.
         -Mamá, no tengo sueño.
         -Mira, te he traído un libro bien gordo para que te entretengas porque yo me tengo que ir a trabajar y tu padre también. Te vas a quedar sola.
         -Jooo… -me lamenté.
         -Lo siento, cariño, te vendré a ver a la noche y me quedaré contigo, ¿vale? El médico dice que se te curará en una semana como mucho, porque tienes muchas defensas y porque nuestro proceso de curación es bastante más rápido que el de los humanos. –En ese momento, Sabina entró en la habitación. -¡Mira qué bien! Ha venido tu amiga, ella se quedará contigo.
         -Hola, Sabina. –saludé no con mucho entusiasmo.
         -Hola, Cyr. ¿Qué tal?-Mi nombre completo era Cyruno, era más bien un nombre de chico, por eso no me gustaba que me llamaran así y cogí un diminutivo que sonaba más femenino.
         -Mal. –estuve hablando con ella y contándole lo que me había dicho mi madre, cómo había hecho cenizas mis únicas esperanzas y también el posible ataque a nuestro planeta…
         -Debemos estar preparados. –comenté.
         -Buah, de eso se encargarán los mayores. –suspiró Sabina.
         -Nos afecta a todos, no sólo a los mayores.
         -Ya, pero ellos lo solucionarán.
     -¿Ah, sí? ¿Y si no lo solucionan? ¿Y si nos pillan desprevenidos y causan una catástrofe universal?
         -Ay, Cyr, siempre viendo el lado malo de la vida, estoy cansada de que siempre hagas eso. Tú tranquila, primero te tienes que recuperar y luego ya veremos qué hacemos. Pero ante todo, tranquila. Respira hondo. –la obedecí. –Bien, cierra los ojos y piensa que estás en un lugar lleno de animales que te quieren porque les has curado y que te están dando besos en la cara con sus lenguas –puse una cara de asco pero no abrí los ojos ni la interrumpí-, hacen unos ruiditos adorables, todos se acurrucan junto a ti, junto a su mamá, porque para ellos eres su única familia y por eso te quieren tanto. Piensa que estarás con ellos para siempre y que nada os separará. –esas palabras me llegaron al corazón y casi sin darme cuenta estaba soñando con ellos. Me dormí profundamente con unos dulces sueños.

jueves, 6 de marzo de 2014

Capítulo 2

No llegué a perder la consciencia, pero si noté un “crack” en mi rodilla y un dolor muy intenso que hizo que un grito desgarrador saliese de mi boca y que mis lágrimas comenzaran a caer a borbotones.
         -¡Oh, Dios! ¿Estás bien, Cyr? –mi buena amiga Sabina, me quitó los esquís y llamó a una ambulancia para que viniese a rescatarme, pero no me movió nada porque no quería hacerme daño, sólo se quedó a mi lado esperando a que llegaran mientras me tranquilizaba. Yo sólo podía ver su triste rostro compasivo, sus ojos llorosos azules verdosos y su pelo blanco tirando a rubio, liso y largo mientras yo me retorcía e intentaba no mirar mi rodilla rota.
         -Qué buen día llevo… -logré susurrar.
         -Sólo es un mal día, seguro que mañana irá mucho mejor.
         -Sí, con la rodilla rota y mi padre de los nervios seguro que todo irá mejor.
         -No seas tan pesimista. Hay que ver el lado bueno de la vida. –En ese momento me llegó un mensaje de las ondas sonoras que flotaban por el aire. Decía esto:
         “Hola, Cyr, soy Dereck, tu novio, o al menos lo era porque ya no. No quiero seguir contigo, esto no funciona, apenas nos vemos, apenas estamos juntos, tú no tienes tiempo para mí, y por más que yo insista nunca nos podemos ver. Así que cuando decidas que de verdad puedes dedicar tiempo a tu novio me avisas, pero hasta ese momento no nos vamos a volver a ver y creo que será demasiado tarde cuando te des cuenta.”
         Me quedé con la boca abierta y destrozada. Sabina también lo había oído, ya que las personas que estaban a menos de 2 metros alrededor de mí, podían oírlo perfectamente.
         -Genial, esto no puede ir mejor…-mascullé.
         -Oh, Cyr, lo siento mucho, de verdad. Llevas un día de perros, como se suele decir.
         -Ya te lo dije. –mis ojos estaban enrojecidos por las lágrimas, la rodilla me seguía doliendo cada vez más y la ambulancia no llegaba. –Me quiero morir…
         -¡No, no y no! No te vas a morir, te vas a recuperar y vas a volver a tu vida de siempre, te lo prometo, saldrás de esta.
         -No creo, pero ahora sólo quiero morirme…-mi voz sonaba cada vez más apagada. Mis ojos se empezaron a cerrar y estaba a punto de dormirme cuando noté que me daban un manotazo en la cara que me dejó el moflete rojo como un tomate. -¡Ay! –exclamé. -¿Por qué lo has hecho?
         -No había otra forma de despertarte.
         -Pero yo me quiero dormir, tengo mucho sueño.
         -Ahora no es el momento, tienes que aguantar. Venga, vamos a hablar para que no te duermas. ¿Qué tal llevas lo de Dereck?
         -Pues la verdad es que no me ha hecho mucha gracia pero tengo que reconocer que tiene razón. Entre que tengo que cuidar de mi hermano a todas horas y mis estudios…
         -¿Entonces no te importa?
         -Pues sinceramente no mucho, Dereck es un buen amigo pero no me gusta ni me enamora, necesito sentir algo para que me enamore de verdad. Aunque lo último, lo de “creo que será demasiado tarde cuando te des cuenta” no lo he entendido muy bien.
         -Quiere decir que puede que se haya buscado novia ya cuando quieras volver con él y que por eso será demasiado tarde. Nunca se sabe, el destino puede juntar a dos personas en cualquier momento y puede que te quiten a tu Dereck…
         -Yo no quiero salir con él, ya te he dicho que no me enamora ni siento nada por él, aunque después de esto no sé si seguiremos siendo amigos. Porque la verdad, eso sí que me importa, perder una amistad…
         -No te preocupes, seguro que se soluciona.
         -Pero puede que ahora me odie.
         -No te preocupes, seguro que Dereck sabrá apreciar a la chica que eres tú.
         -Una gilipollas.
         -Noooo, no digas eso, ni hablar. Eres muy buena amiga, nunca me has traicionado y nunca nos hemos peleado, me ayudas siempre cuando tengo problemas y me haces reír siempre. Seguro que eso Dereck sabrá apreciarlo.
         -Eso espero…
         -Bueno, cambiemos de tema. ¿Preguntarás otra vez a tus padres lo del trabajo?
         -Ahora no es el momento y estoy segura de que cuando me vean con la rodilla rota no se preocuparán por saciar mi curiosidad.
         -¿Y lo de los perros? ¿Vas a comprártelos por cuenta propia?
         -¿Y dónde los metería?
         -En mi casa. –se rio.
         -No creo que mi mayor preocupación sea cuidar de unos perros cuando ahora me va a costar cuidar de mí misma. Aunque sea una gran amante de los animales, no por ello debo obsesionarme cuando tengo otros problemas en mente.
         -Y cambiando de tema, ¿en qué piensas trabajar de mayor?
         -Pues a ver, estoy estudiando para ser veterinaria pero aquí no hay demasiados animales, sólo están algunos perros, osos polares, tigres blancos y pingüinos. Entonces tendré que…-las dos enmudecimos porque las dos sabíamos lo que eso significaba.
         -Ir a la Tierra…-dijimos las dos a la vez.
         -Por qué has tenido que elegir esa carrera…
      -Porque esa carrera me enamoraba de verdad, no como Dereck. –En ese momento, la ambulancia apareció por fin. Sabina subió conmigo y con  los enfermeros que me subieron a una camilla y nos fuimos volando gracias al aerodeslizador. Ahora definitivamente podía dormirme, así que caí rendida y por fin me libré del espantoso dolor que reinaba mi rodilla. 

miércoles, 5 de marzo de 2014

Nervios

Ese momento en el que lo tienes todo preparado, sabes muy bien lo que tienes que hacer, lo tienes todo controlado, vas muy confiada pero los nervios te juegan una mala pasada. El corazón te late a mil por hora, a pesar de tus intentos por tranquilizar la respiración y dejar de temblar las manos, tu corazón va a su bola, como si no escuchara las órdenes de tu cerebro. Y es que en ese momento tienes que cerrar los ojos, imaginar que estás en el paraíso de lo que más te gusta en el mundo, junto con tu familia y tus amigos que te apoyan, y respirar hondo, muy hondo. Verás que no hay que tener nervios, que hay que extinguirlos, que no sirven para nada, sólo para fastidiarte, pero tienes que dominarlos. Hay veces que aunque respires hondo y cierres los ojos, con eso no basta, y es que eso me pasó una vez a mí. Lo haces mal, muy mal, te vas, te vas fuera de la gente que te mira y te agobia. Te echas a llorar a más no poder. Y cuando ya te has desahogado, cuando ya has derramado todas las lágrimas que quedan en tu cuerpo, te das cuenta de que tienes que volver ahí y demostrarle al mundo que no eres una cobarde, sino una valiente. Vuelves, sin dejar que nada ni nadie rompa tu muro que te hace valiente. Y esta vez la gente ya no existe, nadie te mira, nadie te agobia. Estás tú y tu cerebro haciendo vuestro trabajo juntos, todo controlado y todo dominado. Has superado tus nervios. Y es que a veces, sólo hay que desahogarse un poco para ser valiente.

¡Necesito comentarios!

Veo que os cuesta poner un mísero comentario que no se tarda más de cinco minutos en escribir... Ay, venga, poner comentarios que si no me desanimo, ya sabéis que hasta que no tenga 4 comentarios (sin contar los míos) no voy a subir el siguiente capi y a este paso me estáis dando mucho tiempo para escribir la novela sin subirla xD. Venga, por favor, que no cuesta nada, hacéis feliz a un pequeña escritora y tendréis el siguiente capi. Por favor... ;)

sábado, 1 de marzo de 2014

Capítulo 1

Bueno, he decidido ser buena y subir el primer capítulo de la novela para que veáis de qué va y todo eso, para que me digáis si merece la pena seguir y también para que os muráis de curiosidad xD Ya sabéis, 4 comentarios y subo el siguiente.

Al llegar a casa vi a mi padre sentado cómodamente en el sofá cubierto con piel de tigre, leyendo el periódico, sorbiendo un caldo de un color morado y calentito que desprendía vapor a su alrededor, como hacía siempre.
         -¡Buenos días! –saludé y como contestación recibí una mirada fría que decía “no me interrumpas que hay una noticia muy interesante”. Sí, eso hacía siempre aunque de reojo, vi que el periódico era de hacía una semana, así que no creo que hubiese muchas noticias recientes. No le hice caso y me fui a mi habitación a dejar mi mochila. Por el camino, me encontré a mi madre que me estaba haciendo la comida y le saludé. Mi casa era toda de hielo, los científicos habían descubierto que era una material muy resistente y duraba mucho si se mantenía a la temperatura adecuada, y eso era algo que aquí se cumplía a todas horas, ya que nuestro planeta era muy frío, aunque a nosotros no nos importaba, estábamos acostumbrados. Había estalagtitas y estalagmitas de hielo por el pasillo y había que tener cuidado para no chocarse con ellas, aunque yo ya sabía exactamente donde estaba cada una, incluso aunque hubiese tenido los ojos cerrados. El techo tenía forma de bóveda y estaba a unos 5 metros sobre el suelo, lo que daba una sensación de amplitud, al menos para mí. Todos los muebles eran de hielo, excepto algunos, que estaban cubiertos por pieles de animales, para mantenerlos calentitos y para protegerlos.
         Después de dejar la mochila, me dirigí hacia el servicio para peinarme un poco, llevaba muchas horas en la escuela y allí no me podía arreglar mucho así que ya era hora. Me miré al espejo y empecé a peinarme. Mi pelo era blanco como la nieve que cubría cada milímetro de mi planeta, ondulado y me llegaba un poco más abajo de la altura de los hombros. Mis ojos eran azules claros, como el cielo que contemplaba cada día para ir a la escuela. Mi piel era pálida como la nieve, rasgo característico de los habitantes de mi planeta. Llevaba puesto un fino jersey verde claro hecho de lino con una camiseta interior, una chaqueta roja, unos vaqueros y unas botas de plástico, resistente a la nieve. Y eso era todo lo que me hacía falta para soportar los -10ºC que hacían, no tenía ni pizca de frío, es más, tenía un poco de calor porque normalmente hacía -15ºC y había subido ligeramente la temperatura.   
         Cuando acabé de peinarme, fui al salón donde me esperaba mi comida. Tenía un hambre voraz, y ver el caldo espeso y morado, como el que estaba tomando mi padre, fue algo que hizo que me brillaran los ojos. El caldo se había calentado a fuego, a una temperatura de 50º C, el calor nos daba la energía que necesitábamos los hermanos mayores para soportar a nuestros molestos hermanitos, tarea difícil y agotadora, menos mal que ahora él no estaba porque se había ido con sus amigos a jugar. Pero si vivíamos en un lugar caluroso, moriríamos, así que sólo podíamos ingerir comida caliente para alimentarnos. Cuando terminé de comer, me senté en el sofá y cogí un periódico, esta vez reciente, no como el que estaba leyendo mi padre.
         -Papá, ¿te has dado cuenta de que ese periódico es del pasado lunes? –Mi padre, miró la fecha para ver si era verdad, cuando descubrió que tenía razón, hizo una mueca de sorpresa, pero después hizo como si yo fuese la no enterada.
         -Ay, hija, qué inocente, cuando aprendas a leer me avisas, este periódico es de ahora, lo acabo de comprobar. –Sonreí y volví a centrarme en la revista, mi padre era imposible, por más que insistiese no cambiaría de opinión, ni aunque yo tuviese razón. Seguí ojeando las noticias y no había nada interesante, estaba a punto de irme a hacer los deberes cuando de repente, vi algo que me interesó.
         -¡Papá, papá! ¡Mira esto! “Se venden cachorros de raza Husky Siberiano, son 8, pero podéis comprar menos, si eso es lo que queréis. Provienen de una familia de campeones de carreras de trineos, pueden servir para paseos o para lo que os plazca, son muy cariñosos, traviesos y juguetones. Están sanos, vacunados y vienen con un manual para aprender a cuidarles, si es que no sabe.” –leí el artículo.
         -Hija, ya hemos hablado de este tema. No vamos a tener ningún perro en esta casa.
         -Pero papá…podemos montar un negocio que nos haría ricos si damos a la gente paseos en trineo.
         -Estamos bien económicamente.
         -Pues no entiendo cómo si te pasas el día en el sofá sin hacer nada.
         -Tú no sabes lo que hago y en lo que trabajo.
         -Pues dímelo.
         -Ahora no es el momento. Vete a tu cuarto ahora mismo y no salgas de ahí hasta que anochezca.
         -Deberías castigarte a ti mismo por no hacer nada en vez de pagar tu ira conmigo.
         -No me calientes más, vete ahora mismo.
         -No ganarás. Me compraré los perros, montaré mi propio negocio y me iré a mi propia casa lejos de vosotros. –mi padre enmudeció de pronto.
         -No vuelvas a decir eso.
         -¿Por qué? ¿Es que también me vas a castigar por decir lo que siento? –Mi padre dejó la revista y el caldo en la mesita y se fue corriendo. Y yo también me fui, me fui afuera, necesitaba pensar, aclarar mis ideas y elaborar un plan. Y qué mejor manera de hacerlo que yendo a esquiar.
         Formé mi burbuja de aire gracias a la magia que corría por mis venas y me introduje en ella. Después llamé al viento para que empujase mi burbuja montaña arriba donde se encontraba la estación de esquí. Mientras subía, me quedé mirando a un punto fijo del horizonte mientras pensaba en las palabras de mi padre. Después de 50 años con él, no me había dicho todavía en qué trabajaba. 50 años, sí, habéis leído bien, nosotros vivíamos entre los 250 y 300 años y después íbamos al templo donde la Diosa nos sacrificaba porque decía que había llegado nuestra hora. Y luego…nadie sabía qué pasaba, adónde iban las almas o qué hacían, si seguían con su vida en otro cuerpo lejos de aquí o si con su cuerpo se moría también su espíritu. Nunca se ha sabido porque nadie ha vuelto para contarlo. Y me da escalofríos sólo de pensarlo.
         Nunca se me había ocurrido preguntarle a mi padre en qué trabajaba, por entonces mi mente estaba ocupada explorando y descubriendo el mundo, pero ahora que por fin se lo había dicho él no me había respondido. Quizás fuera algo secreto que no se pudiese ir soltando por ahí o quizá era algo demasiado peligroso y difícil de comprender para mí. Tenía ganas de volver a preguntarle, pero algo en mi corazón me decía que no era el momento, que tendría que esperar hasta que no hubiese tanta tensión en el ambiente.
         Mientras pensaba esto, no me di cuenta de que casi pasé la estación, así que rápidamente cogí el alfiler que tenía siempre en el bolsillo y exploté la burbuja. Había veces que el alfiler no sólo explotaba burbujas transportadoras sino que también te ayudaba cuando los matones o los ladrones se aproximaban demasiado a ti. Aterricé elegantemente sobre el maravilloso tacto de la nieve y empecé a caminar al edificio donde se cogían los esquís. Allí me encontré a mi amiga Sabina, que estaba lista para empezar a esquiar. Mientras me preparaba yo también, corrí a saludarla.
         -¡Hola, Sabina! ¿Qué haces aquí?
         -Lo mismo que tú. Por cierto, ¿estás bien? Es que siempre que vienes aquí es para pensar sobre tus problemas y por ello deduzco que has tenido.
         -Pues nada, lo de siempre, lo de los perros.
         -¿Y…?
         -¿Y qué? Ya está.
         -Sé que es algo más, lo de los perros no es tan importante como para traerte aquí.
         -¿Ahora te has vuelto mentalista? –bromeé.
         -Practico para ello. –respondió divertida.
         -Sabes que eso es imposible.
         -No es del todo imposible, ahora acabo de adivinar tus pensamientos.
         -Bueno, está bien, te lo contaré. Verás, es que le he preguntado a mi padre en qué trabajaba, ha evitado la pregunta y después me ha castigado.
         -¡Oh, qué fuerte! Por primera vez en 50 años le has preguntado a tu padre en qué trabaja.
         -Ya lo sé, es increíble.
         -Oye, ¿y qué hay del castigo?
         -Me da igual, soy una malota.
         -¿Qué opina tu madre de ello?
         -Hummm…no lo sé, no se lo he preguntado, me he ido directamente.
         -Puede que ella sí que sepa en qué trabaja tu padre.
         -Quizá tengas razón, pero tendré que hacerle la pelota para que me lo diga. Qué pereza –resoplé.
         -Si tanto interés tienes por ello, tendrás que hacerlo.

         -Bueno, ahora vamos a esquiar. –para entonces ya tenía los esquís puestos así que bajamos por la montaña velozmente, haciendo pequeñas eses, a una velocidad de vértigo. Y lo siguiente que recuerdo es que perdía el equilibrio y rodaba cuesta abajo a una velocidad muy peligrosa. 

Capítulos

Bien, vengo a deciros que la historia de caballos está terminada y por tanto, estoy empezando a escribir esta nueva novela, así que dentro de poco, cuando haya escrito 5 capítulos, subiré el primero para que me digáis lo que opináis de ella. Voy a pedir 4 comentarios o si no, no subiré el siguiente. Gracias ;) Otra cosa es que cuando tenga un poco avanzada la novela crearé un gadget donde os pondré un enlace directo al capítulo uno, por si un nuevo lector se interesa por la novela. Espero que os guste :)