Me terminé
tres libros más antes de recuperarme del todo y entonces mi madre vino a
recogerme y a llevarme a casa. De camino a casa, le pregunté:
-Mamá, ¿por qué me engañaste?
-¿Qué? –mi madre fingió despiste.
-Lo del vídeo…sé que no es actual, ese
vídeo me lo mandó hace un año. ¿Qué es lo que realmente pasa con Sabina?
-Vale, ha llegado el momento, pero
espero que no empieces a hacer locuras cuando te lo cuente y tampoco quiero que
te enfades.
-Vale, no diré ni haré nada. –aunque
las dos sabíamos que eso iba a ser imposible.
-Verás, hija, Sabina ha…desaparecido.
–me quedé con la boca abierta pero no dije nada, mi madre iba a continuar
explicando los datos de su desaparición. –La vieron por última vez unos
vecinos. Dijeron que se adentraba en el bosque, -llamábamos bosque al conjunto
de árboles cubierto con nieve, allí el suelo no tenía tanta nieve porque se
quedaba en las copas de los árboles- y más tarde vimos unas huellas, dos
distintas, unas humanas, probablemente de Sabina y otras de un animal un
tanto…extraño. –Me enseñó un dibujo que había hecho en un trozo de papel sucio
y descubrí que esa huella tenía forma de “U”. –Más tarde las huellas humanas
desaparecían y sólo quedaban las de esa extraña criatura, no dejó rastro de
sangre ni nada. A no ser que haya salido volando no le veo explicación. Decidimos
no volver. Ese bosque tiene demasiados animales peligrosos que te pueden
devorar en menos de que digas la palabra socorro. Son mutaciones, fracasos de
los experimentos de los humanos. Lo que no sabemos es cómo han llegado hasta
aquí…es un misterio indescifrable. Cuando el primero de nuestra raza vino aquí,
ya estaban esos misteriosos animales y tuvieron que luchar contra ellos para
sobrevivir. Ya te imaginas que no sobrevivieron muchos.
-¡¿No hicisteis nada para rescatarla?!
¡Se adentra con un ser desconocido en un bosque del que nadie ha sobrevivido y
no hacéis nada! Esto es increíble, voy a ir ahora mismo a rescatarla.
-¡Eh, eh! Recuerda la promesa que me
has hecho. Nada de locuras.
-Esto no es una locura, es ir a
rescatar a una amiga.
-¿Que no es locura? Es suicidarse
directamente.
-Pero no puede ser…tiene que haber
alguna forma. ¿No podemos sobrevolar el bosque?
-Buena idea...
-Es que sois más tontos, no se os
ocurre a los expertos y se me ocurre a mí.
-Explícame luego cómo aterrizamos.
-Lo planearemos sobre la marcha.
-No se puede hacerlo todo sin preverlo.
-Ains…
-Mira, hija, no vas a hacer ninguna
locura, Sabina ha desaparecido y probablemente haya muerto, olvídate ya de
ella, la hemos perdido.
-¿Que me olvide de ella? ¡Pero, mamá!
¿Es que te crees que es tan fácil? ¿Podrías tú olvidar a papá?
-Sí.
-No me lo creo. Mira mamá, en cuanto
esté preparada iré, iré a ese bosque, no sé lo que me espera pero estaré
preparada, no temo a esos seres, quiero ir a rescatar a Sabina y lo voy a
hacer.
-Mira, ya no sé qué contigo, haz lo que
quieras pero que sepas que nadie irá a tu entierro. –Mi madre se fue de la
habitación y ya no volvió. Estuve cinco días más leyendo y leyendo hasta que me
acabé el libro que me había traído y me aburrí. Me pasaba el día viendo a la
gente por la ventana, sus vidas cotidianas, viendo el maravilloso paisaje
nevado. Era lo más bello del mundo. Llegué a ver uno doble arcoíris después de
una lluvia torrencial y entonces supe que para ser feliz hace falta un poco de
tristeza.
Hice un diario para que si algún día
alguien entraba en el bosque y encontraba mi cuerpo descompuesto, viera todas
las aventuras y emociones que había vivido. Preparé todo lo necesario para el
viaje. En una mochila metí algo de provisiones, agua, un cuchillo para cazar y
defenderme si era necesario, algo de ropa y mi diario. Dereck me había enseñado
a manejarme con el cuchillo en aquellos tiempos felices en los que yo no había
empezado mi carrera y en los que mi hermano no había nacido aún. En esos
tiempos sólo éramos amigos pero éramos muy felices, hasta que a Dereck se le
ocurrió pedirme salir. Yo no me lo esperaba pero, ¿qué iba a decir?
¿Contestarle que no y romperle el corazón? Sabía que antes o después esto no
funcionaría pero no me esperaba que él se cansara de mí. Lo peor es que ya no
éramos nada, simplemente unos desconocidos.
Mientras contemplaba el paisaje por la
ventana, una voz sonó desde la puerta:
-Hola, cariño, siento no haberte
visitado antes, estaba ocupado. –No hizo falta darme la vuelta para saber que
esa era la voz de mi padre.
-No hacía falta que te molestases, ya
sé que tienes cosas más importantes que hacer, mamá me ha contado en qué
trabajas.
-Mírame y te lo explico. –Mi padre se
acercó a la camilla donde estaba tumbada y yo no tuve más remedio que desviar
la mirada de la ventana hasta posarla en sus ojos. –Esto es algo más que un
trabajo. Esto puede revolucionar nuestro mundo, nuestro planeta, puede
cambiarnos. Puedo saber qué es lo que están haciendo los humanos en cada
momento y puedo saber si planean invadirnos o no. –Había olvidado ese tema,
pero de repente volvió a mi cabeza. Se acercaba la invasión humana.
-Eso ya me lo ha contado mamá. –fingí
despreocupación, pero en realidad tenía miedo, temía encontrarme con un humano
y que me matase con una de sus temidas armas de fuego.
-Sus cohetes están casi terminados y
están cargando sus armas y su equipaje.
-Será fácil ganarles. Podremos imitar
sus armas de fuego.
-No te creas, aquí no hay suficiente
material para fabricarlas. Y además, luchar con armas de fuego va contra las
normas.
-¿Importan más las normas que nuestras
propias vidas?
-Las normas sirven para respetar la
naturaleza, los humanos forman también parte de la naturaleza.
-Entonces dejemos que se destruyan
ellos mismos.
-Eso intentamos pero nunca se extinguen
del todo. Siempre queda alguna sabandija que puede reproducirse.
-Si hubiera algún modo de convencerles
de que podemos convivir en paz…
-Imposible.
-¿Entonces qué vais a hacer?
-Intentar matarles de forma limpia.
-Moriríamos todos. Ellos son muy
poderosos y numerosos.
-Habrá que intentarlo. Nunca se sabe…
Bueno, hija, te dejo que me tengo que ir al trabajo. Pero te dejaré con
compañía. –En ese momento mi hermano apareció tras la puerta. Solté un suspiro
y cerré los ojos para serenarme y poder soportar a mi hermano sin alterarme.
-Hola, mocosa. –me saludó.
-Hola, mocoso. –le devolví el saludo.
–Mi hermano sacó la Nintendo DS y empezó a jugar. Sonreí, eso le mantendría
ocupado bastante tiempo, aunque el dichoso ruidito que emitía el aparato no me
dejaba estar tranquila. -¿Puedes bajar el volumen?
-Más quisieras.
-Bájalo o se lo digo a papá.
-Papá ya se ha ido.
-Se lo diré luego y te castigará.
-No me importa.
-¿Que no te importa? –Entonces le di
una colleja.
-¡Au!-exclamó- ¿Por qué has hecho eso?
-Lo siento, a veces me pongo de los
nervios, pero bájalo o te doy otro.
-Está bien.
Pasamos la tarde entre discusión y
discusión hasta que se hizo de noche y mi madre vino a recogerle. Ni siquiera
me digirió la palabra ni se dignó a mirarme, estaba muy enfadada. ¿Y qué? Que
lo estuviera. No me importaba. Estaba decidida a encontrar a Sabina aunque me
jugara la vida en ello. Iría en mi burbuja en busca de algún rastro o pista y
si encontraba algo iría a buscarla. Si no encontraba nada, me iría, aunque
volvería otro día, no pararía hasta encontrarla