Me desperté no
sabía dónde… ¡ah! Ya sé, creo que era lo que los humanos llamaban hospital.
Estaba un poco perdida por no decir completamente perdida. Alguien me susurró
al oído:
-Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿ya has
descansado? –era mi madre.
-Hola, mamá…pues no estoy muy bien que
se diga pero sí que he descansado.
-Me alegro, ¿qué te ha pasado?
-Un accidente esquiando, iba distraída
por unos problemillas y…
-Ya te dije que esquiar era peligroso
pero nunca me hacías caso, sabía que esto pasaría algún día, ¡lo sabía!
-Pero mamá, si llevo esquiando toda la
vida y nunca me ha pasado nada, si hoy ha ocurrido esto es por algo más…
-¿Cómo que algo más? ¿Qué te pasa hija?
-Pues que llevo un día de perros. –le
conté la discusión con papá, la ruptura con Dereck –aunque eso no me importaba
mucho- y la última conversación con Sabina, lo ir a la Tierra…
-Pero, cielo, ¡ir a la Tierra es muy peligroso!
-Y ¿por qué? No lo entiendo, nosotros
provenimos de la Tierra, somos descendientes de los humanos, sin embargo no
pudimos aguantar el calor que invadió la Tierra y nos mudamos a otro planeta. A
partir de ahí evolucionamos y nos adaptamos al frío, pero aun así seguimos
teniendo un parecido a los humanos.
-Precisamente por la temperatura. Allí,
las temperaturas son demasiado elevadas para nosotros y moriríamos al instante
si viviésemos allí.
-Hay regiones en los que la temperatura
no sobrepasa los 0ºC.
-Son muy pocas y allí no vive casi
nadie, son poblaciones prácticamente deshabitadas y si allí te pasa algo, nadie
va a saber de ti.
-Mamá no me lo estás poniendo fácil,
quiero cumplir mi sueño y lo voy a cumplir.
-Pero aquí también hay clínicas
veterinarias.
-Nadie requiere de su uso, quedaría en
bancarrota.
-¿Y no puedes escoger otra carrera?
-Mamá, esto es lo que quiero y si tengo
que ir a la Tierra para ello, eso será lo que haré.
-Bueno, ya discutiremos eso más tarde
cuando llegue el momento, primero tienes que sacarte la carrera. Quiero
contarte lo del trabajo de tu padre.
-Espera, espera… ¿quieres?
-Sí, creía que tú también querías
saberlo. –sonrió.
-Pues la verdad es que sí, cuenta.
-Bueno, pues verás, seguramente sabrás
que tenemos algunas costumbres muy parecidas incluso iguales a las de los
humanos y eso es porque provenimos de ellos, como tú bien has dicho. Hubo una
época en que todas esas costumbres se empezaron a perder poco a poco y nuestra
vida era desorganizada y sin sentido. Por lo cual, decidimos empezar a copiar
las costumbres de los humanos. Y para ello, un grupo de personas bastante
reducido ha creado un taller para estudiar sus costumbres, tienen como unas
cámaras que vigilan a los humanos y ven todo lo que hacen. Y tu padre es uno de
ellos. Se puede decir que son investigadores.
-¿Y por qué me lo ocultasteis durante
tanto tiempo?
-Porque era muy complicado de explicar
y habrías empezado a hacer preguntas sin parar, me hubiera puesto de los
nervios y te hubiera castigado, como ha hecho tu padre.
-Pues las preguntas las voy a hacer sea
pequeña o mayor así que ahí van. La primera: ¿Qué ganan de haciendo todo esto?
Es decir, ¿de dónde se benefician ellos? ¿Con qué dinero?
-Pues hasta hace unos años era para lo
que te he dicho antes, para copiar de sus hábitos. El Ayuntamiento les paga
porque hacen la vida de sus ciudadanos mucho más fácil. Pero se ha descubierto
que gracias a las cámaras se puede hacer algo más…
-¿Espiar?
-Exacto. Espiar, tenerlos controlados,
incluso podemos mandar allí espías para que influyan en sus vidas y las podamos
controlar.
-¿Por qué hacéis eso? ¿Por qué sois tan
malos?
-Nosotros no somos los malos. Ellos lo
son. Ellos destruyeron su propio planeta, la Tierra ahora es un paraje
deshabitado, desierto y sin futuro, apenas quedan humanos, apenas quedan vidas
allí, y apenas quedan ciudades. Lo que antes se llamaba “El Planeta Azul” ahora
se parece mucho a Marte. Ellos tienen la culpa de que nosotros nos tuviéramos
que ir a otro planeta. Ellos no respetaron la naturaleza y ahora la naturaleza
se venga. Así es la vida.
-Pero, ¿no hay otra forma de
solucionarlo?
-Los humanos no nos escucharían, si
supiesen que existimos nos matarían directamente.
-¿Y si les decimos lo de nuestro
parentesco?
-Ya te he dicho que no nos escucharían,
sólo se puede solucionar a la fuerza.
-¿Y por qué no les dejamos en paz? Si
nosotros estamos muy bien aquí, no nos hacen falta los humanos para nada.
-No queremos que sigan destruyendo
planetas. Queremos exterminarlos por fin para que nos dejen tranquilos y dejen
en paz al Universo. Son una raza muy peligrosa. En cualquier momento vendrán
aquí, nos invadirán, destruirán el único planeta donde nosotros estamos a salvo
y harán de nuestra especie cenizas. Son muy orgullosos y ambiciosos, sólo
quieren poder, conquistar territorios, destruir y ser ricos, sin darse cuenta
de que haciendo eso se perjudican a ellos mismos.
-¿Qué te hace pensar que nos quitarán
el planeta ahora si no lo han hecho antes?
-Estaban ocupados destruyéndose a sí
mismos, pero ahora van a por todas. Tu padre está muy preocupado. Les ha
observado fabricando armas y cohetes.
-Bueno, yo no me voy a meter más en
este tema que parece muy peligroso. Por otro lado, dijiste que allí no quedaban
muchas vidas, ¿te refieres también a…vidas animales?
-Afirmativo. Todo tipo de vida,
incluyendo plantas, humanos y animales. Las ganas de poder de los humanos han
hecho que ya apenas queden plantas y animales. Ya te dije que no tendrías
posibilidades allí.
-Pero seguro que aún puedo salvar a las
pocas especies que quedan. ¡Sí! ¡Les salvaré! ¡Lo conseguiré!
-Bueno, hija, creo que ya hemos hablado
suficiente. Descansa un poco. Me parece que te está subiendo la fiebre–Me puso
la mano en la frente para comprobar mi temperatura. –Sí, estás un poco
caliente, anda, duérmete. -Y entonces me di cuenta de que estaba tumbada en una
camilla, con la pierna sujeta y escayolada a la débil luz de una pequeña
ventana. La habitación era individual lo que significaba que no tenía compañera
de habitación, lo que me hizo entristecerme un poco.
-Mamá, no tengo sueño.
-Mira, te he traído un libro bien gordo
para que te entretengas porque yo me tengo que ir a trabajar y tu padre
también. Te vas a quedar sola.
-Jooo… -me lamenté.
-Lo siento, cariño, te vendré a ver a
la noche y me quedaré contigo, ¿vale? El médico dice que se te curará en una
semana como mucho, porque tienes muchas defensas y porque nuestro proceso de
curación es bastante más rápido que el de los humanos. –En ese momento, Sabina
entró en la habitación. -¡Mira qué bien! Ha venido tu amiga, ella se quedará
contigo.
-Hola, Sabina. –saludé no con mucho
entusiasmo.
-Hola, Cyr. ¿Qué tal?-Mi nombre
completo era Cyruno, era más bien un nombre de chico, por eso no me gustaba que
me llamaran así y cogí un diminutivo que sonaba más femenino.
-Mal. –estuve hablando con ella y
contándole lo que me había dicho mi madre, cómo había hecho cenizas mis únicas
esperanzas y también el posible ataque a nuestro planeta…
-Debemos estar preparados. –comenté.
-Buah, de eso se encargarán los
mayores. –suspiró Sabina.
-Nos afecta a todos, no sólo a los
mayores.
-Ya, pero ellos lo solucionarán.
-¿Ah, sí? ¿Y si no lo solucionan? ¿Y si
nos pillan desprevenidos y causan una catástrofe universal?
-Ay, Cyr, siempre viendo el lado malo
de la vida, estoy cansada de que siempre hagas eso. Tú tranquila, primero te
tienes que recuperar y luego ya veremos qué hacemos. Pero ante todo, tranquila.
Respira hondo. –la obedecí. –Bien, cierra los ojos y piensa que estás en un
lugar lleno de animales que te quieren porque les has curado y que te están
dando besos en la cara con sus lenguas –puse una cara de asco pero no abrí los
ojos ni la interrumpí-, hacen unos ruiditos adorables, todos se acurrucan junto
a ti, junto a su mamá, porque para ellos eres su única familia y por eso te
quieren tanto. Piensa que estarás con ellos para siempre y que nada os
separará. –esas palabras me llegaron al corazón y casi sin darme cuenta estaba
soñando con ellos. Me dormí profundamente con unos dulces sueños.