jueves, 3 de julio de 2014

Capítulo 7

Las vistas desde mi burbuja eran maravillosas. A una altura de 50 metros sobre el suelo, la burbuja se balanceaba y avanzaba lentamente sobre el aire. Ya estaba sobrevolando el bosque y no veía nada fuera de lo normal. Veía algunas sombras sigilosas y rápidas, apenas perceptibles, nada de aves sobrevolando el cielo, sólo pequeños mamíferos y algunas panteras, animales que nunca había visto pero que tampoco podía contemplar muy detenidamente debido a la distancia que me separaba del suelo. Esos animales los reconocía porque los había estudiado, había algunos animales que no sabía lo que eran porque no los había estudiado. De alguna manera, agradecía no estar al alcance de esos devoradores. Estaba a salvo. Mis ojos llevaban ya un buen rato escudriñando las profundidades del bosque; los árboles me dificultaban la tarea pero mi vista llegaba a límites insospechados, era una de las cualidades que teníamos desarrolladas para poder sobrevivir.
         Podría haber llevado fácilmente unas dos horas y no obtenía resultado, pero no tenía reloj, así que la luna era la única que me podría decir el tiempo que llevaba allí. Tenía sueño, mucho sueño, mis ojos se estaban cansando, pero mi corazón era muy testarudo y quería encontrar a Sabina, por otra parte, mi cerebro decía que estar allí era muy peligroso y que tendría que irme antes de que me pillaran. Cuando apenas quedaba media hora para el amanecer decidí abandonar. Llegué muerta de sueño a mi casa, me colé desde la ventana de mi cuarto, rompí la nota y la tiré a la papelera y me dejé caer sobre la cama. En apenas unos segundos ya estaba dormida.

         Me despertó una mano que me agitaba y me susurraba:
         -Cariño, despierta, ¿te pasa algo? ¿Has dormido bien? –me desperecé como pude y pregunté:
         -¿Qué pasa?
         -Es muy tarde, tu padre, tu hermano y yo estamos a punto de comer y tú aún no has desayunado. Venga, cielo, no sé por qué tienes tanto sueño si ayer te acostaste pronto. –La parte de que tenía sueño era totalmente cierta, estaba muerta de sueño, apenas me podía sostener, pero la parte de que me había acostado pronto…no era realmente cierto. Me había acostado pronto pero no me había dormido hasta el amanecer debido a mi escapada que había fracasado. Parece ser que esto de buscar a la gente no se me daba bien.
         -Ay, mamá, es que he tenido pesadillas.
         -¿Qué clase de pesadillas? –tuve que improvisar para cubrir la mentira. Nos sentamos a desayunar y yo estaba con cara de zombi.
         -Pues soñé que los humanos nos invadían, que lo arrasaban todo y que mataban a Sabina delante de mí…-empecé a llorar, intentando que todo pareciera creíble, aunque el hecho de que Sabina estuviese desaparecida hacía que mis lágrimas cayeran a borbotones. Mi madre me abrazó y dijo:
         -Oh, cariño, eso no se puede cambiar, pero no te preocupes todo saldrá bien…todo saldrá bien…-susurró más para convencerse a ella misma que a mí. Mi hermano y mi padre nos miraban compasivamente y decidí que tenía que irme a mi cuarto.
         -Déjame sola, mamá, tengo que pensar en todo esto.

         -La noto algo rara…-logré oír a mi padre mientras yo me iba.

lunes, 5 de mayo de 2014

Capítulo 6

Al día siguiente me dieron el alta, por fin y mi madre vino a recogerme. Apenas nos dirigimos la palabra en todo el viaje hasta casa.
         -Mamá, ¿sigues enfadada? –pregunté para romper el hielo.
         -¿Tú qué crees?
         -Que sí. –respondí tímidamente.
         -Pues eso.
         -Y, ¿por qué?
         -¿Por qué? ¿De verdad te agradaría perder a tu hija? Nunca lo sabrás porque nunca tendrás una, porque no vas a salir de esta si decides adentrarte en el bosque. ¿Sabes lo duro que es perder una hija? –mi madre empezó a llorar- Antes de ti, tuve una hija, por desgracia unos ladrones la atracaron y la hirieron, cuando llegó al hospital ya se había muerto. Sólo tenía 20 años. ¡20 años! –sollozó.- Pero nunca lo entenderás, si no sabes apreciar el verdadero valor de la vida.
         -¿No lo entiendes? Es mi mejor amiga, he estado con ella desde que nací y no la quiero perder. De todas formas, moriremos por la invasión de los humanos, qué más da hacerlo un poco antes, si la muerte es nuestro destino.
         -¡No es nuestro destino! Es el destino de los humanos.
         -Nunca se sabe quién ganará.
         -No…no podemos morir. Los buenos no pueden morir…tienen que ser los malos. –mi madre estaba totalmente abatida.
         -Aquí no hay buenos ni malos. Es una guerra. Será mejor que estemos preparados. Pero yo no me voy a ver involucrada en la lucha. Voy a irme a buscar a Sabina y si muero adelantaré mi destino, pero moriré de todas formas, así que me da igual.
         -¿Es que no tienes miedo?
         -¿Miedo de qué?
         -Miedo de morir, de no volver a ver a tu familia, ni a tus amigos, ni a Sabina. Miedo de no poder volver a esquiar nunca más, miedo de dejar la vida y de que tu corazón no vuelva a latir.
         -Así no tendré más problemas. Todo eso desaparecerá y ya no volveré a sentir nada de tristeza ni preocupación. –llegamos por fin a casa y nada más entrar me fui directa a la habitación a prepararlo todo. Dejé una nota por si acaso que decía esto:
         “Me voy a rescatar a Sabina. Sé que puede que muera en el intento, pero no me rendiré. Sabina no merece esto.”
         Antes de acostarme, me percaté de que una estrella fugaz pasó velozmente, la vi por la ventana y deseé:
         -Ojalá Sabina siga viva, sólo espero que no sea demasiado tarde cuando haya llegado, si es que llego.

         Esa noche me escapé.

miércoles, 30 de abril de 2014

Relato corto: "El amor de tu vida"

Érase una vez una niña llamada Daniela que estaba buscando el amor de su vida. Todas las niñas de su clase siempre hablaban de qué chicos les gustaban y se sonrojaban al verles por ese sentimiento llamado Amor. En cambio, ella no sentía nada. Cuando hablaba con los chicos, el corazón no le iba a mil por hora, y no se le sonrojaban las mejillas. Ella no sabía lo que era el amor.
        Daniela era guapa y sin embargo, ella tampoco gustaba a nadie. Era rubia, con los ojos de un tono azulado, normal de altura, no le gustaban demasiado algunos deportes, pero otros la divertían, y tenía 14 años.
        Entonces, cuando ya no aguantó más, cuando se hartó de no poder contestar a la misma pregunta que la formulaban cien veces al día: “¿Qué chico te gusta a ti, Daniela?”, decidió empezar a buscar el amor de su vida. El problema era que no sabía por dónde empezar.
        Después del instituto, se fue a la cafetería a tomar algo y pensar en ello. Al cabo de 15 minutos, un chico apareció en el local y Daniela decidió que ese podría ser su pareja. Le invitó a sentarse y le pidió una coca-cola. Empezaron a hablar pero Daniela podía conversar con el chico sin tartamudear ni saber qué responder, no sentía nada. Decidió irse a casa, abatida y desesperada.
        Empezó a llorar en un callejón oscuro durante unos minutos que le parecieron una eternidad y sin embargo, no podía parar de desahogarse. Cuando se dio cuenta de que era inútil, se dispuso a volver a casa, pero antes de eso, apareció un anciano débil, apoyado sobre su bastón, encorvado, con una gran barba blanca.
        -No vale la pena llorar, hija.
        -Es que…es que no encuentro el amor de mi vida.
        -Eres joven, te queda mucha vida por delante, no te preocupes…
        -Sí, tienes razón. –sollozó, secándose las lágrimas con la manga.

        Y es que ese abuelo le enseñó una lección muy importante. Hoy, Daniela es una mujer felizmente casada, con dos hijas. Y eso es gracias a la última frase que pronunció el anciano: “No busques el amor de tu vida, sólo espérale a que llegue, porque tarde o temprano, vendrá.”

jueves, 24 de abril de 2014

Capítulo 5

Me terminé tres libros más antes de recuperarme del todo y entonces mi madre vino a recogerme y a llevarme a casa. De camino a casa, le pregunté:
         -Mamá, ¿por qué me engañaste?
         -¿Qué? –mi madre fingió despiste.
         -Lo del vídeo…sé que no es actual, ese vídeo me lo mandó hace un año. ¿Qué es lo que realmente pasa con Sabina?
       -Vale, ha llegado el momento, pero espero que no empieces a hacer locuras cuando te lo cuente y tampoco quiero que te enfades.
         -Vale, no diré ni haré nada. –aunque las dos sabíamos que eso iba a ser imposible.
        -Verás, hija, Sabina ha…desaparecido. –me quedé con la boca abierta pero no dije nada, mi madre iba a continuar explicando los datos de su desaparición. –La vieron por última vez unos vecinos. Dijeron que se adentraba en el bosque, -llamábamos bosque al conjunto de árboles cubierto con nieve, allí el suelo no tenía tanta nieve porque se quedaba en las copas de los árboles- y más tarde vimos unas huellas, dos distintas, unas humanas, probablemente de Sabina y otras de un animal un tanto…extraño. –Me enseñó un dibujo que había hecho en un trozo de papel sucio y descubrí que esa huella tenía forma de “U”. –Más tarde las huellas humanas desaparecían y sólo quedaban las de esa extraña criatura, no dejó rastro de sangre ni nada. A no ser que haya salido volando no le veo explicación. Decidimos no volver. Ese bosque tiene demasiados animales peligrosos que te pueden devorar en menos de que digas la palabra socorro. Son mutaciones, fracasos de los experimentos de los humanos. Lo que no sabemos es cómo han llegado hasta aquí…es un misterio indescifrable. Cuando el primero de nuestra raza vino aquí, ya estaban esos misteriosos animales y tuvieron que luchar contra ellos para sobrevivir. Ya te imaginas que no sobrevivieron muchos.
         -¡¿No hicisteis nada para rescatarla?! ¡Se adentra con un ser desconocido en un bosque del que nadie ha sobrevivido y no hacéis nada! Esto es increíble, voy a ir ahora mismo a rescatarla.
         -¡Eh, eh! Recuerda la promesa que me has hecho. Nada de locuras.
         -Esto no es una locura, es ir a rescatar a una amiga.
         -¿Que no es locura? Es suicidarse directamente.
         -Pero no puede ser…tiene que haber alguna forma. ¿No podemos sobrevolar el bosque?
         -Buena idea...
         -Es que sois más tontos, no se os ocurre a los expertos y se me ocurre a mí.
         -Explícame luego cómo aterrizamos.
         -Lo planearemos sobre la marcha.
         -No se puede hacerlo todo sin preverlo.
         -Ains…
         -Mira, hija, no vas a hacer ninguna locura, Sabina ha desaparecido y probablemente haya muerto, olvídate ya de ella, la hemos perdido.
         -¿Que me olvide de ella? ¡Pero, mamá! ¿Es que te crees que es tan fácil? ¿Podrías tú olvidar a papá?
         -Sí.
         -No me lo creo. Mira mamá, en cuanto esté preparada iré, iré a ese bosque, no sé lo que me espera pero estaré preparada, no temo a esos seres, quiero ir a rescatar a Sabina y lo voy a hacer.
         -Mira, ya no sé qué contigo, haz lo que quieras pero que sepas que nadie irá a tu entierro. –Mi madre se fue de la habitación y ya no volvió. Estuve cinco días más leyendo y leyendo hasta que me acabé el libro que me había traído y me aburrí. Me pasaba el día viendo a la gente por la ventana, sus vidas cotidianas, viendo el maravilloso paisaje nevado. Era lo más bello del mundo. Llegué a ver uno doble arcoíris después de una lluvia torrencial y entonces supe que para ser feliz hace falta un poco de tristeza.
         Hice un diario para que si algún día alguien entraba en el bosque y encontraba mi cuerpo descompuesto, viera todas las aventuras y emociones que había vivido. Preparé todo lo necesario para el viaje. En una mochila metí algo de provisiones, agua, un cuchillo para cazar y defenderme si era necesario, algo de ropa y mi diario. Dereck me había enseñado a manejarme con el cuchillo en aquellos tiempos felices en los que yo no había empezado mi carrera y en los que mi hermano no había nacido aún. En esos tiempos sólo éramos amigos pero éramos muy felices, hasta que a Dereck se le ocurrió pedirme salir. Yo no me lo esperaba pero, ¿qué iba a decir? ¿Contestarle que no y romperle el corazón? Sabía que antes o después esto no funcionaría pero no me esperaba que él se cansara de mí. Lo peor es que ya no éramos nada, simplemente unos desconocidos.
         Mientras contemplaba el paisaje por la ventana, una voz sonó desde la puerta:
         -Hola, cariño, siento no haberte visitado antes, estaba ocupado. –No hizo falta darme la vuelta para saber que esa era la voz de mi padre.
         -No hacía falta que te molestases, ya sé que tienes cosas más importantes que hacer, mamá me ha contado en qué trabajas.
         -Mírame y te lo explico. –Mi padre se acercó a la camilla donde estaba tumbada y yo no tuve más remedio que desviar la mirada de la ventana hasta posarla en sus ojos. –Esto es algo más que un trabajo. Esto puede revolucionar nuestro mundo, nuestro planeta, puede cambiarnos. Puedo saber qué es lo que están haciendo los humanos en cada momento y puedo saber si planean invadirnos o no. –Había olvidado ese tema, pero de repente volvió a mi cabeza. Se acercaba la invasión humana.
         -Eso ya me lo ha contado mamá. –fingí despreocupación, pero en realidad tenía miedo, temía encontrarme con un humano y que me matase con una de sus temidas armas de fuego.
         -Sus cohetes están casi terminados y están cargando sus armas y su equipaje.
         -Será fácil ganarles. Podremos imitar sus armas de fuego.
         -No te creas, aquí no hay suficiente material para fabricarlas. Y además, luchar con armas de fuego va contra las normas.
         -¿Importan más las normas que nuestras propias vidas?
        -Las normas sirven para respetar la naturaleza, los humanos forman también parte de la naturaleza.
         -Entonces dejemos que se destruyan ellos mismos.
       -Eso intentamos pero nunca se extinguen del todo. Siempre queda alguna sabandija que puede reproducirse.
         -Si hubiera algún modo de convencerles de que podemos convivir en paz…
         -Imposible.
         -¿Entonces qué vais a hacer?
         -Intentar matarles de forma limpia.
         -Moriríamos todos. Ellos son muy poderosos y numerosos.
         -Habrá que intentarlo. Nunca se sabe… Bueno, hija, te dejo que me tengo que ir al trabajo. Pero te dejaré con compañía. –En ese momento mi hermano apareció tras la puerta. Solté un suspiro y cerré los ojos para serenarme y poder soportar a mi hermano sin alterarme.
         -Hola, mocosa. –me saludó.
       -Hola, mocoso. –le devolví el saludo. –Mi hermano sacó la Nintendo DS y empezó a jugar. Sonreí, eso le mantendría ocupado bastante tiempo, aunque el dichoso ruidito que emitía el aparato no me dejaba estar tranquila. -¿Puedes bajar el volumen?
         -Más quisieras.
         -Bájalo o se lo digo a papá.
         -Papá ya se ha ido.
         -Se lo diré luego y te castigará.
         -No me importa.
         -¿Que no te importa? –Entonces le di una colleja.
         -¡Au!-exclamó- ¿Por qué has hecho eso?
         -Lo siento, a veces me pongo de los nervios, pero bájalo o te doy otro.
         -Está bien.

         Pasamos la tarde entre discusión y discusión hasta que se hizo de noche y mi madre vino a recogerle. Ni siquiera me digirió la palabra ni se dignó a mirarme, estaba muy enfadada. ¿Y qué? Que lo estuviera. No me importaba. Estaba decidida a encontrar a Sabina aunque me jugara la vida en ello. Iría en mi burbuja en busca de algún rastro o pista y si encontraba algo iría a buscarla. Si no encontraba nada, me iría, aunque volvería otro día, no pararía hasta encontrarla 

domingo, 6 de abril de 2014

Capítulo 4

Al día siguiente vi que Sabina se había ido pero mi madre estaba allí, esperando a que me despertara, tenía el ceño fruncido y con cara de preocupación.
         -Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿Te sigue doliendo la pierna?
         -No, ya no, gracias a los calmantes. Mamá… ¿a qué viene esa cara? –pregunté casi en un susurro, temiendo que no pudiese aguantar la respuesta.
         -No quiero preocuparte, cielo, cuando te recuperes te lo diré o si no, mejor que no te lo diga porque si no empezarías hacer locuras. –me quedé un momento pensativa, mi madre tenía razón, no sé si aguantaría la respuesta y no sé si podría con tantos problemas, pero la curiosidad me mataba por dentro.
         -Por favor, mamá, dímelo. –en aquel momento no pensaba en las consecuencias que traería ese ruego.
         -¿Seguro que quieres saberlo?
         -Segurísimo. –aunque en realidad no estaba muy segura.
         -Ay, no sé, luego me sentiría culpable si te lo digo.
         -Está bien, hagamos un trato, me lo dirás cuando me recupere.
         -Está bien. –pasamos la tarde hablando de cosas sin mucha importancia, las cosas de la carrera, de las clases, de los chicos guapos…etc. –Me pasé dos días con mi madre, aunque ella sólo podía venir por la mañana, y por la noche antes de que me durmiera. Mi padre no venía, supondría que estaría en su “gran e importante trabajo de investigación”, prefería observar a los estúpidos humanos antes de cuidar de su hija. Lo que más me sorprendió es que Sabina no venía. Al tercer día, se lo pregunté a mi madre y ella respondió:
         -No te preocupes, seguro que está de exámenes y no podrá venir a verte. –el rostro de mi madre se volvió preocupante.
         -Los exámenes nunca se interponen entre mejores amigas.
         -Pero si no puede venir, no puede venir, tienes que entenderlo. –de alguna forma, supe que eso no era del todo verdad. Mi madre tenía el ceño fruncido y evitaba mis miradas.
         -Mira, cielo, da igual, no te obsesiones, ya vendrá cuando pueda.
         -¿No puedo llamarla al menos?
         -No la molestes, estará ocupada.
         -Mamá, voy a ir a su casa a verla.
         -He dicho que no la molestes. –el ambiente se volvió tenso.
         -Tú no sabes qué es lo que ella está haciendo. A lo peor está enferma o le pasa algo.
         -Ains…mira, hacemos un trato: cuando te recuperes vas a verla, pero sólo cuando te recuperes. –le dio énfasis a esas últimas palabras.
         -Vale, mamá, pero es que no sé, estoy preocupada.
         -Tranquila, mira te voy a enseñar un vídeo que me mandó ella. –cerró los ojos para buscar en su mente el vídeo y se comunicó conmigo por medio de telepatía. Unas imágenes pasaron por mi mente. Era Sabina en su habitación, estudiando y diciendo:

         -¡Hola, Cyr! ¿Qué tal? Estoy ocupada estudiando, lo siento, otro día quedamos. –Me quedé un poco más tranquila y mi madre se fue del hospital. Me quedé pensativa mirando a la nada hasta que me di cuenta de que ese vídeo me lo había mandado hacía un año cuando le pregunté a Sabina si podíamos quedar en el parque. “Mi madre me ha engañado. Esto es increíble, ¡mi propia madre me ha engañado!”, pensé y estuve a punto de saltar de la cama e ir directamente a mi casa para regañar a mi madre. Lo pensé mejor y me quedé en la cama leyendo. Cuando me recuperase, puede que mi madre me explicase por fin lo que pasaba con Sabina.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Capítulo 3

Me desperté no sabía dónde… ¡ah! Ya sé, creo que era lo que los humanos llamaban hospital. Estaba un poco perdida por no decir completamente perdida. Alguien me susurró al oído:
         -Hola, cariño, ¿cómo estás? ¿ya has descansado? –era mi madre.
         -Hola, mamá…pues no estoy muy bien que se diga pero sí que he descansado.
         -Me alegro, ¿qué te ha pasado?
         -Un accidente esquiando, iba distraída por unos problemillas y…
         -Ya te dije que esquiar era peligroso pero nunca me hacías caso, sabía que esto pasaría algún día, ¡lo sabía!
         -Pero mamá, si llevo esquiando toda la vida y nunca me ha pasado nada, si hoy ha ocurrido esto es por algo más…
         -¿Cómo que algo más? ¿Qué te pasa hija?
         -Pues que llevo un día de perros. –le conté la discusión con papá, la ruptura con Dereck –aunque eso no me importaba mucho- y la última conversación con Sabina, lo ir a la Tierra…
         -Pero, cielo, ¡ir a la Tierra es muy peligroso!
         -Y ¿por qué? No lo entiendo, nosotros provenimos de la Tierra, somos descendientes de los humanos, sin embargo no pudimos aguantar el calor que invadió la Tierra y nos mudamos a otro planeta. A partir de ahí evolucionamos y nos adaptamos al frío, pero aun así seguimos teniendo un parecido a los humanos.
         -Precisamente por la temperatura. Allí, las temperaturas son demasiado elevadas para nosotros y moriríamos al instante si viviésemos allí.
         -Hay regiones en los que la temperatura no sobrepasa los 0ºC.
         -Son muy pocas y allí no vive casi nadie, son poblaciones prácticamente deshabitadas y si allí te pasa algo, nadie va a saber de ti.
         -Mamá no me lo estás poniendo fácil, quiero cumplir mi sueño y lo voy a cumplir.
         -Pero aquí también hay clínicas veterinarias.
         -Nadie requiere de su uso, quedaría en bancarrota.
         -¿Y no puedes escoger otra carrera?
         -Mamá, esto es lo que quiero y si tengo que ir a la Tierra para ello, eso será lo que haré.
         -Bueno, ya discutiremos eso más tarde cuando llegue el momento, primero tienes que sacarte la carrera. Quiero contarte lo del trabajo de tu padre.
         -Espera, espera… ¿quieres?
         -Sí, creía que tú también querías saberlo. –sonrió.
         -Pues la verdad es que sí, cuenta.
         -Bueno, pues verás, seguramente sabrás que tenemos algunas costumbres muy parecidas incluso iguales a las de los humanos y eso es porque provenimos de ellos, como tú bien has dicho. Hubo una época en que todas esas costumbres se empezaron a perder poco a poco y nuestra vida era desorganizada y sin sentido. Por lo cual, decidimos empezar a copiar las costumbres de los humanos. Y para ello, un grupo de personas bastante reducido ha creado un taller para estudiar sus costumbres, tienen como unas cámaras que vigilan a los humanos y ven todo lo que hacen. Y tu padre es uno de ellos. Se puede decir que son investigadores.
         -¿Y por qué me lo ocultasteis durante tanto tiempo?
         -Porque era muy complicado de explicar y habrías empezado a hacer preguntas sin parar, me hubiera puesto de los nervios y te hubiera castigado, como ha hecho tu padre.
         -Pues las preguntas las voy a hacer sea pequeña o mayor así que ahí van. La primera: ¿Qué ganan de haciendo todo esto? Es decir, ¿de dónde se benefician ellos? ¿Con qué dinero?
         -Pues hasta hace unos años era para lo que te he dicho antes, para copiar de sus hábitos. El Ayuntamiento les paga porque hacen la vida de sus ciudadanos mucho más fácil. Pero se ha descubierto que gracias a las cámaras se puede hacer algo más…
         -¿Espiar?
         -Exacto. Espiar, tenerlos controlados, incluso podemos mandar allí espías para que influyan en sus vidas y las podamos controlar.
         -¿Por qué hacéis eso? ¿Por qué sois tan malos?
         -Nosotros no somos los malos. Ellos lo son. Ellos destruyeron su propio planeta, la Tierra ahora es un paraje deshabitado, desierto y sin futuro, apenas quedan humanos, apenas quedan vidas allí, y apenas quedan ciudades. Lo que antes se llamaba “El Planeta Azul” ahora se parece mucho a Marte. Ellos tienen la culpa de que nosotros nos tuviéramos que ir a otro planeta. Ellos no respetaron la naturaleza y ahora la naturaleza se venga. Así es la vida.
         -Pero, ¿no hay otra forma de solucionarlo?
         -Los humanos no nos escucharían, si supiesen que existimos nos matarían directamente.
         -¿Y si les decimos lo de nuestro parentesco?
         -Ya te he dicho que no nos escucharían, sólo se puede solucionar a la fuerza.
         -¿Y por qué no les dejamos en paz? Si nosotros estamos muy bien aquí, no nos hacen falta los humanos para nada.
         -No queremos que sigan destruyendo planetas. Queremos exterminarlos por fin para que nos dejen tranquilos y dejen en paz al Universo. Son una raza muy peligrosa. En cualquier momento vendrán aquí, nos invadirán, destruirán el único planeta donde nosotros estamos a salvo y harán de nuestra especie cenizas. Son muy orgullosos y ambiciosos, sólo quieren poder, conquistar territorios, destruir y ser ricos, sin darse cuenta de que haciendo eso se perjudican a ellos mismos.
         -¿Qué te hace pensar que nos quitarán el planeta ahora si no lo han hecho antes?
         -Estaban ocupados destruyéndose a sí mismos, pero ahora van a por todas. Tu padre está muy preocupado. Les ha observado fabricando armas y cohetes.
         -Bueno, yo no me voy a meter más en este tema que parece muy peligroso. Por otro lado, dijiste que allí no quedaban muchas vidas, ¿te refieres también a…vidas animales?
         -Afirmativo. Todo tipo de vida, incluyendo plantas, humanos y animales. Las ganas de poder de los humanos han hecho que ya apenas queden plantas y animales. Ya te dije que no tendrías posibilidades allí.
         -Pero seguro que aún puedo salvar a las pocas especies que quedan. ¡Sí! ¡Les salvaré! ¡Lo conseguiré!
         -Bueno, hija, creo que ya hemos hablado suficiente. Descansa un poco. Me parece que te está subiendo la fiebre–Me puso la mano en la frente para comprobar mi temperatura. –Sí, estás un poco caliente, anda, duérmete. -Y entonces me di cuenta de que estaba tumbada en una camilla, con la pierna sujeta y escayolada a la débil luz de una pequeña ventana. La habitación era individual lo que significaba que no tenía compañera de habitación, lo que me hizo entristecerme un poco.
         -Mamá, no tengo sueño.
         -Mira, te he traído un libro bien gordo para que te entretengas porque yo me tengo que ir a trabajar y tu padre también. Te vas a quedar sola.
         -Jooo… -me lamenté.
         -Lo siento, cariño, te vendré a ver a la noche y me quedaré contigo, ¿vale? El médico dice que se te curará en una semana como mucho, porque tienes muchas defensas y porque nuestro proceso de curación es bastante más rápido que el de los humanos. –En ese momento, Sabina entró en la habitación. -¡Mira qué bien! Ha venido tu amiga, ella se quedará contigo.
         -Hola, Sabina. –saludé no con mucho entusiasmo.
         -Hola, Cyr. ¿Qué tal?-Mi nombre completo era Cyruno, era más bien un nombre de chico, por eso no me gustaba que me llamaran así y cogí un diminutivo que sonaba más femenino.
         -Mal. –estuve hablando con ella y contándole lo que me había dicho mi madre, cómo había hecho cenizas mis únicas esperanzas y también el posible ataque a nuestro planeta…
         -Debemos estar preparados. –comenté.
         -Buah, de eso se encargarán los mayores. –suspiró Sabina.
         -Nos afecta a todos, no sólo a los mayores.
         -Ya, pero ellos lo solucionarán.
     -¿Ah, sí? ¿Y si no lo solucionan? ¿Y si nos pillan desprevenidos y causan una catástrofe universal?
         -Ay, Cyr, siempre viendo el lado malo de la vida, estoy cansada de que siempre hagas eso. Tú tranquila, primero te tienes que recuperar y luego ya veremos qué hacemos. Pero ante todo, tranquila. Respira hondo. –la obedecí. –Bien, cierra los ojos y piensa que estás en un lugar lleno de animales que te quieren porque les has curado y que te están dando besos en la cara con sus lenguas –puse una cara de asco pero no abrí los ojos ni la interrumpí-, hacen unos ruiditos adorables, todos se acurrucan junto a ti, junto a su mamá, porque para ellos eres su única familia y por eso te quieren tanto. Piensa que estarás con ellos para siempre y que nada os separará. –esas palabras me llegaron al corazón y casi sin darme cuenta estaba soñando con ellos. Me dormí profundamente con unos dulces sueños.

jueves, 6 de marzo de 2014

Capítulo 2

No llegué a perder la consciencia, pero si noté un “crack” en mi rodilla y un dolor muy intenso que hizo que un grito desgarrador saliese de mi boca y que mis lágrimas comenzaran a caer a borbotones.
         -¡Oh, Dios! ¿Estás bien, Cyr? –mi buena amiga Sabina, me quitó los esquís y llamó a una ambulancia para que viniese a rescatarme, pero no me movió nada porque no quería hacerme daño, sólo se quedó a mi lado esperando a que llegaran mientras me tranquilizaba. Yo sólo podía ver su triste rostro compasivo, sus ojos llorosos azules verdosos y su pelo blanco tirando a rubio, liso y largo mientras yo me retorcía e intentaba no mirar mi rodilla rota.
         -Qué buen día llevo… -logré susurrar.
         -Sólo es un mal día, seguro que mañana irá mucho mejor.
         -Sí, con la rodilla rota y mi padre de los nervios seguro que todo irá mejor.
         -No seas tan pesimista. Hay que ver el lado bueno de la vida. –En ese momento me llegó un mensaje de las ondas sonoras que flotaban por el aire. Decía esto:
         “Hola, Cyr, soy Dereck, tu novio, o al menos lo era porque ya no. No quiero seguir contigo, esto no funciona, apenas nos vemos, apenas estamos juntos, tú no tienes tiempo para mí, y por más que yo insista nunca nos podemos ver. Así que cuando decidas que de verdad puedes dedicar tiempo a tu novio me avisas, pero hasta ese momento no nos vamos a volver a ver y creo que será demasiado tarde cuando te des cuenta.”
         Me quedé con la boca abierta y destrozada. Sabina también lo había oído, ya que las personas que estaban a menos de 2 metros alrededor de mí, podían oírlo perfectamente.
         -Genial, esto no puede ir mejor…-mascullé.
         -Oh, Cyr, lo siento mucho, de verdad. Llevas un día de perros, como se suele decir.
         -Ya te lo dije. –mis ojos estaban enrojecidos por las lágrimas, la rodilla me seguía doliendo cada vez más y la ambulancia no llegaba. –Me quiero morir…
         -¡No, no y no! No te vas a morir, te vas a recuperar y vas a volver a tu vida de siempre, te lo prometo, saldrás de esta.
         -No creo, pero ahora sólo quiero morirme…-mi voz sonaba cada vez más apagada. Mis ojos se empezaron a cerrar y estaba a punto de dormirme cuando noté que me daban un manotazo en la cara que me dejó el moflete rojo como un tomate. -¡Ay! –exclamé. -¿Por qué lo has hecho?
         -No había otra forma de despertarte.
         -Pero yo me quiero dormir, tengo mucho sueño.
         -Ahora no es el momento, tienes que aguantar. Venga, vamos a hablar para que no te duermas. ¿Qué tal llevas lo de Dereck?
         -Pues la verdad es que no me ha hecho mucha gracia pero tengo que reconocer que tiene razón. Entre que tengo que cuidar de mi hermano a todas horas y mis estudios…
         -¿Entonces no te importa?
         -Pues sinceramente no mucho, Dereck es un buen amigo pero no me gusta ni me enamora, necesito sentir algo para que me enamore de verdad. Aunque lo último, lo de “creo que será demasiado tarde cuando te des cuenta” no lo he entendido muy bien.
         -Quiere decir que puede que se haya buscado novia ya cuando quieras volver con él y que por eso será demasiado tarde. Nunca se sabe, el destino puede juntar a dos personas en cualquier momento y puede que te quiten a tu Dereck…
         -Yo no quiero salir con él, ya te he dicho que no me enamora ni siento nada por él, aunque después de esto no sé si seguiremos siendo amigos. Porque la verdad, eso sí que me importa, perder una amistad…
         -No te preocupes, seguro que se soluciona.
         -Pero puede que ahora me odie.
         -No te preocupes, seguro que Dereck sabrá apreciar a la chica que eres tú.
         -Una gilipollas.
         -Noooo, no digas eso, ni hablar. Eres muy buena amiga, nunca me has traicionado y nunca nos hemos peleado, me ayudas siempre cuando tengo problemas y me haces reír siempre. Seguro que eso Dereck sabrá apreciarlo.
         -Eso espero…
         -Bueno, cambiemos de tema. ¿Preguntarás otra vez a tus padres lo del trabajo?
         -Ahora no es el momento y estoy segura de que cuando me vean con la rodilla rota no se preocuparán por saciar mi curiosidad.
         -¿Y lo de los perros? ¿Vas a comprártelos por cuenta propia?
         -¿Y dónde los metería?
         -En mi casa. –se rio.
         -No creo que mi mayor preocupación sea cuidar de unos perros cuando ahora me va a costar cuidar de mí misma. Aunque sea una gran amante de los animales, no por ello debo obsesionarme cuando tengo otros problemas en mente.
         -Y cambiando de tema, ¿en qué piensas trabajar de mayor?
         -Pues a ver, estoy estudiando para ser veterinaria pero aquí no hay demasiados animales, sólo están algunos perros, osos polares, tigres blancos y pingüinos. Entonces tendré que…-las dos enmudecimos porque las dos sabíamos lo que eso significaba.
         -Ir a la Tierra…-dijimos las dos a la vez.
         -Por qué has tenido que elegir esa carrera…
      -Porque esa carrera me enamoraba de verdad, no como Dereck. –En ese momento, la ambulancia apareció por fin. Sabina subió conmigo y con  los enfermeros que me subieron a una camilla y nos fuimos volando gracias al aerodeslizador. Ahora definitivamente podía dormirme, así que caí rendida y por fin me libré del espantoso dolor que reinaba mi rodilla.